Los proyectos greenfield en las industrias extractivas se desaceleraron en 2024, informó este jueves la UNCTAD en su reporte anual sobre inversiones.
Por si hay dudas, esta es la respuesta a la pregunta de qué son los proyectos greenfield: se trata de una forma de Inversión Extranjera Directa (IED) en la que una empresa desarrolla operaciones en otro país desde cero.
En lugar de adquirir activos existentes, la compañía construye nuevas instalaciones. Esto puede incluir plantas de producción, oficinas o centros logísticos.
Así, un proyecto greenfield impulsa la creación de empleo, la transferencia de tecnología y el desarrollo local. Por ello, es clave en las estrategias de expansión internacional.
Proyectos greenfield
En 2024, de acuerdo con su Informe sobre las inversiones en el mundo 2025, la UNCTAD refiere que el número total de proyectos greenfield se incrementaron a una tasa interanual de 3%, alcanzando 19,356.
Enseguida se muestran los países mejor posicionados en este indicador:
- Estados Unidos: 2,460.
- Emiratos Árabes Unidos: 1,359.
- Reino Unido: 1,193.
- India: 1,080.
- Alemania: 887.
En contraste, el valor de los proyectos greenfield cayó a una tasa interanual de 5.3%, a 1 billón 338,000 millones de dólares.
Industrias extractivas
Tras dos años de actividad sólida, en 2024 la actividad de proyectos greenfield en las industrias extractivas se desaceleró. La UNCTAD informó que el valor total de los nuevos proyectos anunciados se redujo casi a la mitad, a aproximadamente 40,000 millones de dólares, volviendo a su promedio a largo plazo.
La caída de precios energéticos y la volatilidad en minerales críticos generaron cautela entre inversores. Aun así, la demanda de litio, cobalto y tierras raras mantuvo cierta inversión.
Países de África y América Latina, como RDC, Zambia, Argentina y Chile, continuaron atrayendo proyectos, a pesar de los altos riesgos.
China mantiene una posición fuerte en minería en países menos desarrollados, mientras que Estados Unidos e India también avanzan con apoyo estatal.
Las inversiones en propiedad intelectual disminuyeron, y varios proyectos se retrasaron por exigencias ambientales y reevaluación de riesgos.
A pesar del contexto, la demanda ligada a la transición energética sostiene el interés estratégico.