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Educación

10 preguntas obligadas para toda universidad de futuro

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Hay una decena de preguntas que la universidades deben plantearse a sí mismas en el contexto de los rápidos cambios que vive la humanidad, de acuerdo con un artículo de Xavier Marcet, presidente de Lead To Change, publicado este lunes en el sitio del Foro Económico Mundial. El texto se reproduce abajo.

Foto: Universidad de Chicago. Los nuevos egresados competirán con los robots. Buena noticia, habrá que formarlos para algo más que rutinas manuales e intelectuales.
Foto: Universidad de Chicago. Los nuevos egresados competirán con los robots. Buena noticia, habrá que formarlos para algo más que rutinas manuales e intelectuales.

10 preguntas imprescindibles que toda universidad de futuro se tiene que hacer

Las universidades son instituciones entrañables. A pesar de todo, gozan de reputación, la prueba es que a las ciudades les gusta coleccionar universidades y a la gente le gusta coleccionar títulos. Pero ni las universidades, que son instituciones longevas de verdad, este tiempo de disrupción las va a dejar indiferente. A nivel mundial la educación superior no para de crecer y su masificación es en una prueba de progreso que debemos celebrar. Países como China ya han cambiado el panorama global de universidades, y muy pronto lo hará la India.

Esta reputación de la universidad no es incompatible con expresar algunas preguntas sobre su futuro, ni con constatar que al lado de la excelencia y la voluntad de innovación, convive mucha mediocridad y mucho bloqueo corporativista. Estas son las preguntas que hemos compartido en una sesión en el Harvard Faculty Club con algunas universidades:

1.- En un mundo que dobla el acceso al conocimiento cada año ¿qué contenidos deben estudiarse? ¿Por qué los organismos de acreditación de cada país se empeñan en defender programas nacidos de un mundo enciclopédico que dejó de existir? ¿Por qué tanta inercia académica ante la que está cayendo?

2.- En un mundo dónde la capacidad de analizar datos crece exponencialmente, Big Data, ¿cómo podemos continuar haciendo docencia e investigación al margen de esas herramientas? No hablamos ya del imperativo de facilitar su aprendizaje a los alumnos, hablamos de cómo los grupos de investigación usan estas herramientas y mejoran sus capacidades investigadoras.

3.- La inteligencia artificial ha venido para hacer más inteligentes a los humanos, no para lo contrario ¿Cómo la vamos a utilizar en la universidad? ¿Cómo la vamos a poner al servicio del aprendizaje y a consolidar la relación hombre–Learning machine como una competencia imprescindible?

4.- Los nuevos egresados competirán con los robots. Buena noticia, habrá que formarlos para algo más que rutinas manuales e intelectuales ¿Cómo lo vamos a hacer? ¿Cómo facilitamos que cada uno construya competencias que tiendan a ser únicas?

5.- La realidad virtual tiene un alto potencial de aplicación al aprendizaje como acaba de demostrar la última innovación de Nintendo, Pokemon Go. ¿Para cuándo soluciones de este tipo para aprender?

6.- Nuestra etapa está marcada por la complejidad. Venimos de una etapa definida por la complicación. Lo complicado produce problemas. Lo complejo produce paradojas. Formamos a gente para un mundo complicado cuando lo que van a encontrar es un mundo complejo. ¿Cómo vamos a resolver este abismo? Tenemos una academia muy preparada para aprender, pero no estamos seguros de su capacidad para desaprender.

7.- Nuestro entorno de información y conocimiento es exponencial. Para resolver estos contextos de volúmenes inalcanzables de conocimiento hay que reforzar competencias distintas. Por ello insisten tanto en el “coding” en algunas universidades de USA, o por ello insistimos tanto algunos en la necesidad de formar a gente que sea capaz de construir grandes síntesis con gran agilidad. Todavía hay demasiados alumnos que continúan confundiendo una síntesis con un resumen.

8.- Todos admitimos que los egresados de la universidad van a tener una vida profesional muy líquida. Van a trabajar para otros como empleados, van a ser free lance, emprendedores o híbridos entre estas situaciones. Van a vivir en el cambio, Pero, ¿no es una contradicción que los que les forman sean gente de una sola experiencia profesional? ¿Es bueno tener universidades con gente que no vivirá nunca esta tensión profesional que viven el resto de trabajadores y que vivirán sus alumnos? ¿Es bueno tener instituciones con tan poca renovación de su talento? ¿El estancamiento puede ser meritocrático?

9.- El mundo es global, pero la universidad es local. Empiezan a proliferar soluciones de universidad global como el conocido modelo de Minerva. Ante ello, ¿Qué van a hacer las ANECA de turno? ¿Cortarse las venas? No. Resistirán como el último mohicano. ¿Pero esto es bueno? ¿No deberíamos dejar ya esta concepción local en un mundo de MOOC que tan solo está al principio?

10.- Desde hace años escuchamos la canción de la triple hélice, que fuera de dos o tres ecosistemas de innovación no ha dado resultados en ninguna parte. ¿No debería ser hora ya de plantear que esta relación hay que repensarla del todo? ¿No deberíamos poner gente a hacer transferencia en ambas direcciones que realmente vea en ello un valor diferencial?

La universidad se enfrentará, como todas las organizaciones, a entornos de alta disrupción. ¿Sus gobernanzas tan influidas por colectivos muy instalados y muy resistentes al cambio permitirán adaptar la universidad al mundo que nos viene, o empezarán a proliferar iniciativas tipo Singularity University que nada tienen que ver con las universidades tradicionales? Dicho de otro modo, esta universidad actual tan instalada, ¿tiene realmente capacidad de innovar?

Nuestras universidades sufren un exceso de autocomplacencia, a pesar de la crisis y de los recortes, están llenas de autocomplacencia. Hacen una contribución social muy necesaria, y tienen gente de mucho talento entre otra que es muy mediocre. Hacen progresar la ciencia y con ella la humanidad. Crean generaciones de grandes profesionales. Todos los que apreciamos la universidad como un bastión de futuro debemos ser exigentes con ella, apostar por sus cambios, defender sus valores. De lo contrario pasará lo mismo que pasa con muchas empresas. Dado que a las empresas instaladas les cuesta tanto innovar, cada vez crecen las apuestas por las startup como agentes de innovación. Preferiría una universidad con capacidad de cambio que una universidad sustituida por startup de educación. Muy pronto veremos organizaciones exponenciales que se dedican a la educación superior. Lo único evidente es que si la universidad no es capaz de adecuarse al cambio acelerado que nos toca vivir, otros lo harán por ella.

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